Relato de la querella
El día 11 de diciembre del año 2019, don A. concurrió a manifestarse pacíficamente al sector de Plaza Italia. La víctima refiere que, una vez que llegó a la manifestación descubrió que el ambiente se encontraba bastante agitado y mientras transitaba por Avenida Vicuña Mackenna en dirección a Plaza Italia –de sur a norte- observó a funcionarios policiales posicionados en línea recta, disparando simultáneamente con sus escopetas antidisturbios.
Al percatarse de esta situación don A. reaccionó intentando cubrir su cuerpo, sin embargo su esfuerzo fue en vano pues, fue impactado por cuatro perdigones, percutados a aproximadamente diez metros de distancia desde donde él se encontraba. El primer perdigón impactó en su pierna derecha detrás del muslo, el segundo perdigón impactó en la ingle de su pierna derecha, el tercer perdigón impactó en su brazo izquierdo quedando incrustado de forma superficial y el último perdigón –el más grave- impactó cerca del codo de su brazo derecho.
Luego, don A. fue trasladado hasta el Parque J.D. Gómez Rojas, donde se encontraban voluntarios de la salud, auxiliando a las personas heridas. Allí don A. fue revisado y le informaron que sólo se habían incrustado los perdigones que se encontraban en sus brazos, pudiendo extirparle únicamente el perdigón que se encontraba alojado superficialmente en su brazo izquierdo.
Posteriormente, don A. asistió hasta el Hospital San José, con el objetivo de que lo revisaran y le extirparan el balín que mantenía incrustado en su brazo derecho, sin embargo en el Hospital los médicos le informaron que el protocolo del recinto establecía que no se extirparían los perdigones alojados en el cuerpo de las personas, sin explicarle mayores detalles respecto de los motivos de la decisión, por lo que la víctima finalmente resolvió que debía retornar hasta su hogar.
Uno o dos días después de la agresión la víctima se trasladó hasta el Hospital de Urgencia de Asistencia Pública (ex Posta Central), lugar en el que fue atendido por un médico cirujano ambulatorio. El médico le explicó a don A. que él recomendaba no extraer el perdigón de su cuerpo, mientras no se regeneraran los tejidos de su piel. En el mes de enero del año 2020, la víctima concurrió a revisión médica para revisar su herida, en ella le prescribieron la realización de sesiones de kinesiología para aliviar su dolor, sin embargo, le fue imposible realizar el tratamiento por la contingencia de COVID-19.
Actualmente, don A. mantiene un perdigón incrustado en su brazo derecho, lo que le genera como consecuencia un permanente dolor e inmovilidad intermitente su extremidad.