Relato de la querella
El sábado 11 de enero de 2020, siendo aproximadamente las 17.00 horas, mientras la víctima A.G.J.S., según su relato, se encontraba con un amigo de iniciales J.O. transitando y viendo ropa en el sector aledaño a la estación de metro Plaza de Puente Alto, se toparon con una manifestación pública que se desarrollaba en la Plaza de Puente Alto, en la comuna de mismo nombre, donde en ese momento se desarrollaban enfrentamientos entre carabineros y manifestantes, a quienes la víctima describe como “primera línea”. En el mismo instante en que se acercaron a mirar, funcionarios de carabineros lanzaron gases lacrimógenos, por lo que ambos adolescentes comenzaron a correr, huyendo, con temor también ante la posibilidad de ser detenidos.
En momentos en que corrían para alejarse del lugar, fueron interceptados por dos patrullas de carabineros, una de las cuales frenó bruscamente tras ellos; pudiendo escapar de la situación el amigo de la víctima, J.O. Por su parte, A.G.J.S. fue acorralado y, según relata, escuchó cómo los funcionarios, un grupo de aproximadamente 10 carabineros, reían perversamente, cuestión que le generó un inmenso terror que lo paralizó. A continuación, fue agredido mediante un golpe de puño en la cara, que no alcanzó a desestabilizarlo, pero luego recibió una patada en el cuello, en la zona del esternón, que generó que cayera al piso. Posteriormente, fue subido arriba de un vehículo policial, sin oponer resistencia, pues se encontraba en estado de shock.
Una vez dentro del vehículo policial, la víctima relata que fue violentamente agredido por parte de carabineros, por un grupo de aproximadamente 6 funcionarios, quienes lo botaron a golpes para luego seguir golpeándolo con puños y patadas, incluso sentándolo para seguir golpeándolo dentro del vehículo, tipo retén móvil, hasta un punto en que ya no sentía la cara, y cada vez que caía, lo volvían a levantar. En palabras de A.G.J.S.: “Me pegaban. Me caía. Me levantaban y me pegaban… Se reían. Me pusieron una patá en las costillas. Me pegaron patás en la cara. Saltaban arriba de mi cabeza. Me oriné… Me levantaron de nuevo… Se reían. Me bajaron los pantalones. Me insultaban. Me preguntaban si odiaba a los pacos. Yo les decía que no y me seguían pegando”.
En un momento, durante la agresión, el adolescente se encontraba en el suelo, en posición fetal, recibiendo golpes en todo el sector izquierdo de su cuerpo, entre ellos, una fuerte patada en el sector de las costillas; también recibió golpes que describe como latigazos con un cable plástico de aproximadamente cinco centímetros de grosor, directamente hacia el cuerpo.
En otro momento, los funcionarios policiales bajaron los pantalones y ropa interior del adolescente, dejándolo expuesto, y agarrándolo entre varios funcionarios desde las piernas y los brazos. Esto generó que A.G.J.S. perdiera el control de su esfínter urinario, orinándose, producto del intenso miedo que le generó la situación. Esto, a su vez, provocó nuevas burlas y humillaciones por parte de los funcionarios, quienes continuaron golpeándolo, directamente en la piel con el cable plástico. Al respecto, el adolescente relata: “Me bajaron sólo la parte de atrás del pantalón y del bóxer. Yo estaba de lado. Yo estaba llorando y ellos se reían. Me decían ‘te traigo confort’, burlándose donde yo lloraba; me lo decían, riéndose”.
Toda esta situación duró aproximadamente unos quince minutos arriba del furgón de carabineros, donde la víctima fue brutalmente agredida, y entre las agresiones, al bajar del retén móvil lo amenazaron diciéndole: “¡Párate culiao, te vamos a disparar. Te vamos a matar y te vamos a tirar a la calle!”.
Finalmente, A.G.J.S. fue arrojado del furgón en un lugar desconocido para él, en plena vía pública, siendo encontrado por tres señoras del lugar, quienes lo ayudaron, le prestaron auxilio y lo ayudaron a contactar a sus padres. Relata que producto del uso de frenillos y los golpes en el rostro, tenía la boca llena de sangre, encontrándose en estado de shock hasta que fue recogido por sus padres, quienes finalmente lo llevaron hasta la urgencia médica del Hospital Sotero del Río.
Toda la experiencia generó un fuerte trauma emocional en el adolescente, quien ha permanecido con pesadillas recurrentes sobre el episodio, paranoia y angustia, además de pérdida de apetito y falta de sueño. Asimismo, se le prescribió tratamiento farmacológico por al menos dos semanas para el tratamiento del dolor.
Desde el Hospital referido fue derivado al SAPU Alejandro del Río, donde el diagnóstico señala: “Múltiples zonas equimóticas de distribución difusa en todo el cuerpo, dolor en malar derecho con mínimo edema circundante, dolor en articulación temporomandibular que dificulta apertura bucal, lesiones equimóticas y abrasivas en codo derecho, dolores en 1/3 distal de brazo izquierdo, dificultad para la movilidad en prono-supinación, equimosis en cara lateral de pared abdominal, en región lumbar, dolor en región glútea izquierda con equimosis de aproximadamente 30 cm., lesiones abrasivas en codo derecho, rodillas bilateral, equimosis bilateral a nivel de rodillas, dolor en trayecto de tibia izquierda, sin deformidad ósea”.