Relato de la querella
El día 12 de noviembre de 2019, J.M.T., según su relato, se encontraba, alrededor de las 19:30 horas participando en las manifestaciones ciudadanas que se desarrollaban en el sector de Plaza Baquedano, en la comuna de Santiago.
J. se encontraba con muchos otros manifestantes en el sector de la Alameda Bernardo O’Higgins, en el bandejón central de la Avenida, a la altura de calle Irene Morales. A esa altura, pero por la vereda sur, en calle Ramón Corvalán, se encontraban algunos piquetes de Carabineros, quienes vigilaban la manifestación que estaba realizándose pacíficamente.
En ese momento, la víctima pudo observar cómo un grupo de tres funcionarios de Carabineros de Chile ingresaron al bandejón central de la Alameda y desde ese lugar, comenzaron a disparar lacrimógenas y perdigones de frente y directamente hacia al cuerpo de las personas que se concentraban en ese lugar, sin que existiera provocación alguna por parte de éstas, ni actos de violencia que pudieran poner en riesgo la integridad personal de funcionarios policiales o de civiles.
Atendido aquello, las personas se vieron sorprendidas por esta acción de agresión, y comenzaron a correr en diferentes direcciones para resguardar su integridad personal. J., que se encontraba muy cerca del sector del bandejón central, corrió hacia el norte, por calle Irene Morales, hacia el Parque Forestal, momento en que recibió tres impactos de pedigón, los cuales le fueron disparados a unos 15 metros de distancia, intencionalmente y en forma directa al cuerpo, en un ángulo de 90°, los cuales se alojaron dos en la zona lateral izquierda de su espalda, a la altura de las costillas, y otro en la parte trasera de su pierna izquierda, en la parte externa de la pantorrilla.
La víctima se dirigió al Parque Forestal, y fue atendido por voluntarios de la Cruz Roja que se encontraban en calle Merced, quienes le extrajeron los tres perdigones que había recibido y que se encontraban alojados en su cuerpo y le realizaron las curaciones urgentes.
Posteriormente, la víctima se dirigió a su casa en la comuna de Pudahuel. Durante los 12 días siguientes J. debió hacer reposo, debido a que sus heridas afectaron su movilidad y, para ejercer su oficio de tatuador, la víctima requería la totalidad de sus capacidades físicas, particularmente aquellas que dice relación con la movilidad y la motricidad fina. Su madre lo asistió y ayudó a realizarse las curaciones de sus heridas hasta una completa cicatrización.