Hombre Chileno 23 Años

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  • Institución del querellado
  • Carabineros
  • Delito investigado
  • Tortura
  • Lugar del evento
  • Providencia
  • Fecha del evento
  • 21-11-2019, 22:00 hrs.

Relato de la querella

El día 21 de noviembre de 2019, alrededor de las 22:00 horas, L.A.S.D., tras participar de una manifestación pacífica convocada en los alrededores de Plaza Baquedano, caminó hacia su domicilio por calle Seminario en dirección al sur, comuna de Providencia. Durante el trayecto se encontró con un grupo de personas que se manifestaba en la intersección de la misma arteria con calle Rancagua, por lo que decidió quedarse observando por alrededor de 30 minutos.

Estando en dicho contexto, apareció en el lugar un furgón blindado de Carabineros de Chile, por lo que todos los presentes comenzaron a correr en distintas direcciones. La víctima corrió por calle Rancagua en dirección a la cordillera para luego tomar Arzobispo Larraín Gandarillas en dirección al sur, instante en que es interceptado por el vehículo policial mencionado, desde el que le gritaron que parara de correr y que se tirara al piso, orden que obedeció arrodillándose inmediatamente con las manos en alto, siendo detenido por cuatro carabineros que se encontraban a rostro cubierto y sin identificación visible, quienes lo subieron al vehículo policial.

En el interior del vehículo, los funcionarios policiales comenzaron a gritarle preguntándole qué andaba haciendo y si andaba “quemando cosas”, “robando” o “tirando piedras”, y ante la respuesta de L. -quien indicó que sólo estaba mirando-, comenzaron a propinarle golpes de mano abierta en su cabeza, brazo y hombro izquierdos, sin mediar provocación o justificación plausible, generando que la víctima se encogiera en el lugar para evitar seguir siendo golpeado, al tiempo que gritaba desesperado. Luego fue forzado a sentarse derecho y levantar la cabeza para comenzar a ser golpeado nuevamente de la misma forma.

El furgón comenzó a moverse y transitó por varios lugares en que los carabineros descendían del vehículo intentando tomar detenidos, sin éxito. La víctima indica que, en una oportunidad se bajaron del vehículo varios funcionarios, instancia en que -pese a no haber precedido amague de escape por su parte- uno lo agarró fuerte y le dijo “vo te quedai acá” luego de lo cual otro le dijo “¿te queri arrancar weon?”, para inmediatamente después golpearlo nuevamente.

Tras un tiempo indeterminado, uno de los funcionarios ordenó que “dialoguen con él”, por lo que un Carabinero se sentó frente a él y consultó a que “movimiento” pertenecía, al indicar que a ninguno volvió a ser golpeado de forma reiterada, para volver a hacerle preguntas sobre su rol en las manifestaciones y luego golpearlo sucesivamente. Dicho funcionario permaneció sentado frente a él durante casi todo el trayecto.

L. logró identificar un escudo al interior del furgón que decía “19ª comisaria de Providencia” y un número de identificación que no logró memorizar debido a que fue golpeado y obligado a mirar solo al frente. Durante el trayecto, en el que nunca dejó de ser golpeado en la cabeza, fue amenazado con que si realizaba una denuncia ellos irían a buscarlo a su casa, indicándole que sabían dónde vivía, que si era consultado tenía que decir que “carabineros lo trató bien” y que si efectivamente denunciaba ellos lo sabrían por “sistema”. Fue forzado a que, en sus respuestas a cualquier inquietud de los funcionarios, agregara “señor carabinero”; le dijeron que le cotarían el pelo, que le sacarían las uñas de las manos con un alicate, que le pondrían una bolsa en la cabeza, que sería violado y luego lanzado al Río Mapocho, y que lo harían desaparecer.

Además de lo anterior, fue insultado constantemente y recibió otras frases de amedrentamiento haciendo referencia a su orientación sexual, todo lo anterior generó una gran sensación de pánico en la víctima, ya que pensó que lo iban a matar y que no resistiría los métodos de tortura indicados, especialmente el de la bolsa, considerando que ya se encontraba aturdido por los continuos golpes en su cabeza. Según el relato de la víctima, eran siete funcionarios en total, contando al chofer y copiloto.

Fue trasladado hasta la 19° comisaría de Carabineros de Providencia, sin embargo, nunca fue bajado del vehículo policial, siendo nuevamente amenazado con ser torturado por el carabinero que permaneció sentado frente a él durante el trayecto previo, quien también le indicó “la noche es larga” haciendo alusión a que lo torturarían.

Varios funcionarios se bajaron en la unidad policial indicada y al rato lanzaron hacia el interior del vehículo una bolsa plástica con un alicate. Volvieron a subir todos y el vehículo volvió a estar en marcha, pidiéndole recién entonces a la víctima su cedula de identidad, indicándole que sólo le harían un control de identidad, y que “la sacaría barata”.

Luego de ello, fue abordado por un funcionario al que debía referirse como “mi general” quien le dio una suerte de sermón sobre por qué no debía participar de las manifestaciones, luego, el carabinero sentado frente a él le mencionó que “estaban aburridos de la gente”, y respecto a la suspensión del uso de escopetas antidisturbios le indicó que “ahora ellos podían salir a la calle con sus armas, que esas armas mataban y que él no tendría problema en matar manifestantes si lo veía necesario, que ya había matado a dos personas antes”, señalándole finalmente “acá te encontraste con los pacos más locos de Santiago”.

Dentro de este segundo recorrido, fue nuevamente intimidado -incluyendo una situación en que agarraron sus manos con el alicate para ver si tenía uñas largas que sacar, además de ser golpeado en su cabeza y decirle que “parecía una niñita” por su ropa y pelo. Los amedrentamientos provinieron especialmente del carabinero del “dialogo” sentado frente a él y por “el general”, éste último le mencionó también que de ser detenido nuevamente lo violarían y no por una sola persona, sino por varias.

Finalmente, se dio una situación en que el mismo carabinero del “dialogo” le dijo que él le había caído bien y abriendo sus brazos, le ordenó que le pegue. L. se negó, sin embargo, le insistió varias veces, negándose la víctima en los mismos términos.

Durante todo el trayecto L. temió por su vida, tuvo miedo de ser golpeado más y más fuerte, quiso llorar en varias oportunidades, pero lo evitó por temor a las represalias.

En algún punto se percató de que sólo daban vueltas por la comuna de Providencia, hasta que finalmente lo liberaron en calle Almirante Riveros, muy afectado emocional y psicológicamente.

Tras lo ocurrido, la víctima concurrió a constatar lesiones hasta la Clínica Santa María y mantiene fotografías de las lesiones.